Cuándo debemos elevar nuestra mirada
para encontrar un cielo azul,
libre de culpas, limpio de rencores y de olvidos,
sin nubes que nos muestren imágenes abstractas
y estrellas que nos llenen de esperanza.
Cómo podemos jugar a que nada pasa,
a que el mundo se detiene
y estamos libres para respirar un segundo.
Cómo tomar el tiempo y aprisionarlo entre las manos
para saborearlo mejor y no sentirlo pesado en el camino.
Quién habrá de venir a contarnos
historias que iluminen la conciencia,
que nos llenen de sabiduría
o a decirnos qué hay que hacer ahora.
Qué señal debemos esperar
para abrir los sentidos y encontrar la lucidez
que perdimos en el camino.
Qué responde a mis preguntas,
qué preguntas mías deben ser resueltas
y cuáles condenadas al olvido.
Dónde está el camino que hay que seguir,
dónde está escrito lo que está bien y lo que no,
hacia que lugar hay que correr para encontrar la razón del existir.
Por qué esperamos a que alguien conteste nuestras propias preguntas.
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