jueves, 23 de diciembre de 2010

Los textos que nadie leerá

En estos meses de ausencia he escrito demasiado, me sorprende cuánto, no sólo textos académicos sino también uvas de mi viñedo, me encantaría compartirlas pero no puedo, se quedaron a kilómetros de aquí y las palabras exactas no las recuerdo.
Después de un semestre en la gloriosa UNAM he logrado escapar por un tiempo de las delicias de la vida universitaria (Ya saben, leer mucho, escribir más, dormir poquito, olvidar la hora de comida, vivir frente a la computadora o en la biblioteca y cosas así) para volver a publicar. Sin duda, muchas cosas han pasado desde la última vez que nos leímos por este medio, así que: ¿por dónde comenzar?

Jorge Lanata, excelente periodista argentino, estuvo hace unos meses en mi facultad mostrándonos parte de su programa sobre las BRIC y hablándonos un poco sobre cómo es el oficio del periodista, aprendí mucho aquél día. Lo menciono porque me reanimó mucho esa conferencia, debo admitir que me tumba demasiado leer el periódico y enterarme de cuánta gente muere en México, me duele salir a la calle y ver niños pidiendo dinero (me ponen en un dilema siempre), ver los contrastes que hay en la forma de vivir de las personas entre una cuadra y otra en la ciudad más poblada del país, me entristece la indiferencia y la apatía de la generación que me rodea, porque todos se quejan demasiado pero no hacen nada por un cambio. 

Si Salvador Allende anduviera por aquí pensaría que la juventud de este país contradice de manera impresionante a la naturaleza. No digo que no haya rebeldía (rebeldía en el plano de luchar por algo constructivo y solidario) en estos días, seguro que la hay pero es más grande la apatía. Actualmente vale más el "no me afecta, no es asunto mío" que el ayudar sin pedir a cambio. Lo malo del individualismo es que al buscar el beneficio propio nos olvidamos de aportar a la sociedad, no colaboramos en su mejora y cada día desmejora su situación lo cual de alguna manera nos afecta, nos limita para alcanzar el desarrollo anhelado, pero si todas las cosas que hacemos las realizamos encaminadas al bien común aportaremos un poco para que otras personas tengan bienestar y estaremos mejor nosotros mismos caminando como iguales con los demás.

Antes de comenzar la travesía de entrar a estudiar ciencias de la comunicación, una persona me cuestionó sobre por qué había elegido esa trinchera desde la que, desde su perspectiva, poco o nada se podía lograr en relación a la mejora social, la respuesta fue simple, pero ahora la sé mejor: aunque me llene de tristeza el mirar lo que pasa en mi país cada día, el pensar que aunque nadie sepa quién escribió la nota, el simple hecho de que la nota exista y que sea la voz de quienes no han sido escuchados y que al menos una persona la lea y comience a cuestionarse y genere una reflexión, aunque sea pequeña, es el mejor aliciente para desear ser periodista. 

Unir palabras y contar historias, en un realidad tan jodida es una linda forma de pasar la vida.