viernes, 5 de agosto de 2011

¿Estamos muertos?


Hace un par de horas leí las cifras oficiales  de jóvenes apresados en Chile tras las manifestaciones de ayer: más de ocho cientos. También me encontré con la noticia de que en España hubo una nueva movilización hacia la Puerta del Sol.

El mundo está de cabeza y nos lo callamos, es más importante el partido de futbol, la novela y la vida de los vecinos.  En verdad me pregunto ¿Qué pasa con México?, en Chile y en España la ciudadanía está actuando para exigirle a sus gobiernos  educación y empleo ¿Es que en este país estamos muertos? Por qué sí tenemos las mismas carencias vamos por la vida de brazos cruzados, sin inconformarnos y sin formular soluciones.

Me preocupa el hecho de que la ciudadanía en México sea tan pasiva, que ante la pobreza y el analfabetismo sean pocos los que se indignan y pugnan por un cambio. Me agobia pensar en el futuro que nos depara tras las elecciones del próximo año y me indignan muchas situaciones de las cuales no tiene la culpa el gobierno.

Este es un reproche para los ciudadanos, porque nosotros hemos estado en silencio ante la corrupción y la ilegalidad de algunas instituciones. No pido que salgamos a amotinarnos en las calles, pido reflexión, estamos en vías de tomar una decisión crucial para nuestro porvenir y de las generaciones que nos siguen, pero la mayoría de las personas no lo ven así. El gobierno no está por encima del pueblo, es al revés y está estipulado en la Constitución. La voz que tenemos es el voto, anularlo o no presentarlo no es una muestra de inconformidad, sino una de las tantas manifestaciones del silencio.

Pido comenzar a actuar, a exigir y proponer soluciones. Solicitó a quienes me leen no quedarse en las palabras y materializarlas en hechos, he escuchado y leído a tanta gente quejarse y a poca cuidando las calles y siendo solidaria con sus semejantes. Dejémonos ya de luchar sólo por intereses personales y actuemos como una comunidad.

Comencemos a actuar cual seres vivos y demostremos que estamos aquí y que tenemos sueños y que tenemos voluntad de realizarlos, realizándonos dentro de una sociedad.

lunes, 27 de junio de 2011

El debate

Estamos a dos días de que se lleve a cabo la votación para elegir al próximo gobernador del Estado de México. Naturalmente, la preocupación por dicho acontecimiento transgrede los límites de la curiosidad científica, ya que - si bien no me afecta o beneficia directamente- el resultado de dicha jornada electoral será una referencia de lo que nos depara rumbo al 2012.
Escuchaba ayer en las noticias que la elección presidencial del año próximo será quizás la más competida en la historia de México, yo estoy un poco escéptica al respecto y coincido con muchos colegas en que las campañas se orientarán más hacia la descalificación y la guerra sucia que hacia el establecimiento de propuestas para la construcción de un país más democrático, próspero y equitativo. No hace falta esperar a que pase más tiempo para notarlo, basta con hojear (y ojear) un periódico para descubrir los escándalos al interior de los partidos; para ver a un PAN fracturado, una izquierda impredecible y al PRI casi seguro de que podrá instalar sus estudios televisivos en los Pinos.
También, mucho se dice que la elección presidencial ya está ganada por Peña Nieto, coincido en que dicho candidato ya cuenta con el apoyo de una significativa parte de la cuidadanía; sin embargo, no ha sido su precisamente su labor política la que ha atraído la simpatía de tantas personas, y sé que tampoco es seguro que la balanza se incline a su favor.
Por ahora, la moneda del 3 de junio está en el aire. La semana pasada tuve la oportunidad de escuchar el último debate de la contienda, al inicio se lanzaron las propuestas y el enfrentamiento se dio hasta los últimos bloques, cuando se les dio a los participantes mayor libertad para abordar los temas que ellos considerarán relevantes y que no se tomaron en cuenta en los bloques anteriores.
Con mi manía (derivada del trauma de dos noches en vela) de analizar discursos, comencé a escuchar atentamente lo que cada candidato decía, comprendo que la similitud de propuestas se debe a las atribuciones, responsabilidades y limitantes del cargo; pero Encinas y Eruviel insistían repetidamente en que el otro había retomado su propuesta, y luego Bravo sin ser llamado se autoproclamaba el verdadero autor intelectual. Fue un debate interesante, supuestamente el que cuenta con mayor preferencia por parte del electorado es el candidato del PRI, entonces el del PAN se empeñaba en atacarlo; por su parte el primero fue con todo contra el contrincante que para él representa mayor peligro, y hay que reconocer que este último, Encinas, procuró mantenerse al margen de los ataques, aunque sí profirió algunos de manera sutil.
Hay quienes hablan del discurso político como si sólo hubiera un tipo de discurso político; sin embargo, en esta ocasión se demostró todo lo contrario, aquí mis conclusiones.
Eruviel, "el candidato de las propuestas"- Él mismo dijo que no tenía la necesidad de entrar a las ofensas porque tenía propuestas sólidas para construir su campaña, empero se la pasó atacando a Encinas y barrió el piso con Bravo. El aparato ilocutivo de sus enunciados estaba dirigido a demostrar que él era la única propuesta real, además predominó el uso de la función connativa, no tuvo comentarios inocentes: los que no estaban dirigidos a la audiencia, lo estaban hacia sus contrincantes, lo cual debilita su discurso al hacerlo incongruente con el hecho que él mismo estableció de que no tenía la necesidad de entrar al "quite". 
Encinas: Intentó mantenerse al margen, también predominó la función connativa pero acompañada de la referencial, y es que su estrategia de convencimiento consistió en ofrecerle al público el referente de lo que no ha hecho el PRI en la región, no lo hace de manera de directa, pero se demuestra con expresiones como: "YO SÍ...", "AHORA SÍ...", ese tipo de frases bien intencionadas aluden a que si-ahora-sí es porque antes no se había hecho. Su discursó apeló a la razón, manteniendo como receptor al público, aunque también se dirigió a sus oponentes. Pese a las críticas no hubo incoherencia, manejó un mismo hilo conductor y apeló lo más posible a la razón.
Bravo: Su discurso se compuso por una serie de enunciados desesperados, al mostrar básicamente las mismas propuestas tuvo que entrar a los ataques, principalmente hacia el candidato del PRI, pero también a Encinas al reprocharle que no se diera la alianza PAN-PT-PRD para esta contienda electoral. Su discurso se apoyó en la función connativa en igual magnitud que a la emotiva, el cierre de su participación fue muy pobre ya que su mensaje estuvo altamente orientado al sentimiento e importó más la forma que el contenido, fue poético pero no dijo nada.
El debate es sólo una etapa más del proceso, aún así es importante tenerlo en cuenta. Espero que los mexiquenses tomen la decisión que les parezca más enriquecedora para su estado.

jueves, 23 de junio de 2011

Un favor a todos los lectores

Queridos lectores, sé que mis últimas entradas no han sido grandiosas pero me veo en la necesidad de pedirles un pequeño favor. Verán, estoy participando en uno de esos concursos en Facebook en los que muchas personas tienen que darle "Me gusta" a una publicación que hagas y que el tenga más likes gana un boleto a un congreso muy divertido, yo en verdad quiero ese boleto, así que los invito a entrar a http://www.facebook.com/Cddela
sideas denle "Me gusta" y luego accedan ahttp://www.facebook.com/Cddelasideas/posts/176099875784447 para votar por mi publicación, es un favor que les voy a agradecer eternamente, independientemente de si gano, mi gratitud estará con ustedes, gracias por su apoyo!

Llueve sobre la ciudad

Primer día oficial de vacaciones, debería estar tomando el autobús que me lleve a mi dulce hogar pero ni siquiera puedo salir del departamento porque afuera llueve a cántaros. Este episodio caricaturesco me recuerda los capítulos de algunos programas infantiles en los que los personajes principales no podían salir de sus casas por la lluvia, entonces resignados veían una caja de rompecabezas con mucho desencanto y luego decidían jugar adentro imaginando, al final del día salía el sol pero los personajes ya no querían ir afuera porque adentro era más divertido. Me pregunto por qué no pasa eso conmigo justo ahora, estoy aburrida y con hambre, no puedo preparar nada de comer porque están haciendo el aseo y si me acerco a la cocina la señora me verá feo, entonces no me queda otra que resignarme y escribir una entrada del blog al típico estilo: no tengo algo que decir.
Me voy a levantar de la cama, tomaré el arma que mi compañera de cuarto guarda en el armario, luego golpearé en la nuca a la señora del aseo (sólo para dejarla ligeramente inconsciente), luego iré a la cocina. Voy a abrir el refri, sacará queso y tortillas para hacer unas quesadillas. Cuando comience a preparar mi aperitivo entrará por la puerta de la cocina un grupo de ninjas que vienen con la expresa orden de robar mi diccionario de retórica, pero yo no puedo permitir que hagan algo como eso, entonces tomaré los libros de superación personal de otra de mis compañeras para defenderme de los atacantes. ¿Quién dijo que "Juventud en éxtasis" no sería útil algún día? Era justo lo que necesitaba para dejar en el piso a dos; sin embargo, el tercero ha sido muy hábil - incluso no dudaría que posee entrenamiento de élite -, tomó el libro y comenzó a leerlo en voz alta. Ese tipo de lecturas generan en mí el efecto de la biblia en Drácula; sentí cómo mis nervios se destrozaban poco a poco y caí al piso, él comenzó a leer con un volumen de voz más alto, casi sin energía me acerqué al librero y lo tiré todo, entonces cayó a mi lado justo mi salvación: Rayuela (no sabría cómo explicar la manera en que llegó a ese librero tomando en cuenta que debería estar en Puebla, pero yo también, así que muchas cosas no tienen coherencia aparente), tome el libro y mágicamente se abrió en el capítulo 93, "pero amor esa palabra, cómo te gusta andarla regando..."/"Resultado parcial: te quiero, resultado total..."/"Bastaría sumergirte en un vaso de agua..." y luego regrese al siguiente capítulo, las líneas que alcancé a leer fueron como espinacas para Popeye.
Me levanté y puse en acción mis clases discurso, logre cumplir mis fines ilocutivos convenciéndolo de que se fuera y le diera a su jefe el mensaje de que tendría que mandar al tercer regimiento de la armada rusa si quería volver a acercarse a más de medio kilómetro de mi súper diccionario. Completamente agotada recordé que había dejado mis quesadillas en la estufa, fue demasiado tarde: estaban quemadas y afuera todavía llovía. 
Luego de un rato, la señora del aseo despertó y se enojó mucho porque el departamento quedó destrozado, ella no entendió la magnitud del acto heroico que yo acababa de concretar, me acusó con los caseros y ahora, aunque termine de llover,   me quedaré a arreglar el desastre el resto de mis vacaciones, al menos a´si podré vigilar que los ninjas no vuelvan más.

lunes, 20 de junio de 2011

Vacaciones!

Hay mucho que decir y mucho que escribir estos días, la realidad nos asedia como una sombra taciturna que no quiere ser ignorada un momento más. Cuántos hechos lamentables y plausibles han ocurrido en el tiempo que he pasado sin publicar los buenos días en este humilde espacio. Espero no haber perdido lectores porque comienzan las vacaciones y estaré aquí más que nunca, el tiempo y el espacio lo exigen. 
Hay un montón de cosas que esperan ser comentadas y al menos tres mundos posibles (diría Van Dijk) de los que podría yo escribir.
Saludos!

domingo, 23 de enero de 2011

Te pareces tanto a mí

El retrato es la manera fiel de conservar una imagen, el rostro de una persona, su mirada suave, su porte, su alegría o sobriedad. A través de la fotografía se encapsulan efímeros trozos de tiempo que se acaban tras  el movimiento de un obturador, pero que continúan presentes en la memoria o dentro de un marco bien acomodado en una repisa. 

"Te pareces tanto a mí" es una frase justa. Quiere decir  que alguien te conoce tan bien que te sabe similar a sí. Es la indicada, porque si alguien supo mucho de México ese fue Carlos Monsiváis, y la exposición que lleva por nombre la frase antes mencionada refleja la cercanía entre el cronista urbano y los rostros de este país.

La exposición que se está exhibiendo actualmente en la Capilla del Arte de la UDLAP (2 norte #6, Centro Histórico de Puebla, Arriba del Vips) está conformada por más de seiscientas piezas pertenecientes a la Colección de Carlos Monsiváis, originalmente ubicada en el Museo del Estanquillo. Los objetos que conforman la muestra son fotografías, caricaturas, daguerrotipos y grabados diversos que describen hábilmente la utilidad e importancia del retrato, los diversos tipos de retratos y los diferentes roles que estos elementos han jugado en la historia; desde la vanguardia y elegancia de los retratos familiares de hace siglos hasta la caricatura política y una chusca escena en el estudio de fotografía. En el collage de momentos y técnicas que es "Te pareces tanto a mí", el visitante puede encontrar imágenes de escriitores, políticos, famosos de la tele y el cine mexicano, así como maquetas que tienen algo que contar.

Personalmente, me pareció una muestra excelente, no sólo la calidad de las piezas, sino también el humor y la elegancia contenida en las mismas. No se crean que será un viaje tedioso por el museo, porque se llevarán una sorpresa y con suerte hasta un par de carcajadas, se conmoverán y descubrirán que todo aquello colocado en las paredes son trozos suspendidos de tiempo e historia; vivirán un paseo al lado del inmortal Monsiváis que se queda con nosotros por siempre. Recomiendo ampliamente que visiten estos días la capilla de Arte de la UDLAP ya que el cachito del Museo del Estanquillo sólo estará de visita en Puebla hasta el 20 de febrero.

sábado, 22 de enero de 2011

Historias de Cronopios y de Famas

Me encontré un videito que ilustra uno de los pasajes de "Historias de Cronopios y de Famas"
Las esperanzas no son como las que me imagino yo, pero aún así está muy bueno!



Saludos!

Manuscrito hallado junto a una mano

Este cuento se ha convertido en uno de mis favoritos, se encuentra publicado en el libro "Papeles inesperados", una recopolación de textos inéditos de Julio Cortázar. Espero que les guste!

Manuscrito hallado junto a una mano

Llegaré a Estambul a las ocho y media de la noche. El concierto de Nathan Milstein comienza a las nueve, pero no será necesario que asista a la primera parte; entraré al final del intervalo, después de darme un baño y comer un bocado en el Hilton. Para ir matando el tiempo me divierte recordar todo lo que hay detrás de este viaje, detrás de todos los viajes de los dos últimos años. No es la primera vez que pongo por escrito estos recuerdos, pero siempre tengo buen cuidado de romper los papeles al llegar a destino. Me complace releer una y otra vez mi maravillosa historia, aunque luego prefiera borrar sus huellas. Hoy el viaje me parece interminable, las revistas son aburridas, la hostess tiene cara de tonta, no se puede siquiera invitar a otro pasajero a jugar a las cartas. Escribamos, entonces, para aislarnos del rugido de las turbinas. Ahora que lo pienso, también me aburría mucho la noche en que se me ocurrió entrar al concierto de Ruggiero Ricci. Yo, que no puedo aguantar a Paganini. Pero me aburría tanto que entré y me senté en una localidad barata que sobraba por milagro, ya que la gente adora a Paganini y además hay que escuchar a Ricci cuando toca los Caprichos . Era un concierto excelente y me asombró la técnica de Ricci, su manera inconcebible de transformar el violín en una especie de pájaro de fuego, de cohete sideral, de kermesse enloquecida. Me acuerdo muy bien del momento: la gente se había quedado como paralizada con el remate esplendoroso de uno de los caprichos, y Ricci, casi sin solución de continuidad, atacaba el siguiente. Entonces yo pensé en mi tía, por una de esas absurdas distracciones que nos atacan en lo más hondo de la atención, y en ese mismo instante saltó la segunda cuerda del violín. Cosa muy desagradable, porque Ricci tuvo que saludar, salir del escenario y regresar con cara de pocos amigos, mientras en el público se perdía esa tensión que todo intérprete conjura y aprovecha. El pianista atacó su parte, y Ricci volvió a tocar el capricho. Pero a mí me había quedado una sensación confusa y obstinada a la vez, una especie de problema no resuelto, de elementos disociados que buscaban concatenarse. Distraído, incapaz de volver a entrar en la música, analicé lo sucedido hasta el momento en que había empezado a desasosegarme, y concluí que la culpa parecía ser de mi tía, de que yo hubiera pensado en mi tía en mitad de un capricho de Paganini. En ese mismo instante se cayó la tapa del piano, con un estruendo que provocó el horror de la sala y la total dislocación del concierto. Salí a la calle muy perturbado y me fui a tomar un café, pensando que no tenía suerte cuando se me ocurría divertirme un poco.

Debo ser muy ingenuo, pero ahora sé que hasta la ingenuidad puede tener su recompensa. Consultando las carteleras averigüé que Ruggiero Ricci continuaba su tournée en Lyon. Haciendo un sacrificio me instalé en la segunda clase de un tren que olía a moho, no sin dar parte de enfermo en el instituto médico-legal donde trabajaba. En Lyon compré la localidad más barata del teatro, después de comer un mal bocado en la estación, y por las dudas, por Ricci sobre todo, no entré hasta último momento, es decir hasta Paganini. Mis intenciones eran puramente científicas (pero es la verdad, no estaba ya trazado el plan en alguna parte) y como no quería perjudicar al artista, esperé una breve pausa entre dos caprichos pera pensar en mi tía. Casi sin creerlo vi que Ricci examinaba atentamente el arco del violín, se inclinaba con un ademán de excusa, y salía del escenario. Abandoné inmediatamente la sala, temeroso de que me resultara imposible dejar de acordarme otra vez de mi tía. Desde el hotel, esa misma noche, escribí el primero de los mensajes anónimos que algunos concertistas famosos dieron en llamar las cartas negras. Por supuesto Ricci no me contestó, pero mi carta preveía no sólo la carcajada burlona del destinatario sino su propio final en el cesto de los papeles. En el concierto siguiente -era en Grenoble- calculé exactamente el momento de entrar en la sala, y a mitad del segundo movimiento de una sonata de Schumann pensé en mi tía. Las luces de la sala se apagaron, hubo una confusión considerable y Ricci, un poco pálido, debió acordarse de cierto pasaje de mi carta antes de volver a tocar; no sé si la sonata valía la pena, porque yo iba ya camino del hotel.

Su secretario me recibió dos días después, y como no desprecio a nadie acepté una pequeña demostración en privado, no sin dejar en claro que las condiciones especiales de la prueba podían influir en el resultado. Como Ricci se negaba a verme, cosa que no dejé de agradecerle, se convino en que permanecería en su habitación del hotel, y que yo me instalaría en la antecámara, junto al secretario. Disimulando la ansiedad de todo novicio, me senté en un sofá y escuché un rato. Después toqué el hombro del secretario y pensé en mi tía. En la estancia contigua se oyó una maldición en excelente norteamericano, y tuve el tiempo preciso de salir por una puerta antes de que una tromba humana entrara por la otra armada de un Stradivarius del que colgaba una cuerda.

Quedamos en que serían mil dólares mensuales, que se depositarían en una discreta cuenta de banco que tenía la intención de abrir con el producto de la primera entrega. El secretario, que me llevó el dinero al hotel, no disimuló que haría todo lo posible por contrarrestar lo que calificó de odiosa maquinación. Opté por el silencio y por guardarme el dinero, y esperé la segunda entrega. Cuando pasaron dos meses sin que el banco me notificara del depósito, tomé el avión para Casablanca a pesar de que el viaje me costaba gran parte de la primera entrega. Creo que esa noche mi triunfo quedó definitivamente certificado, porque mi carta al secretario contenía las precisiones suficientes y nadie es tan tonto en este mundo. Pude volver a París y dedicarme concienzudamente a Isaac Stern, que iniciaba su tournée francesa. Al mes siguiente fui a Londres y tuve una entrevista con el empresario de Nathan Milstein y otra con el secretario de Arthur Grumiaux. El dinero me permitía perfeccionar mi técnica, y los aviones, esos violines del espacio, me hacían ahorrar mucho tiempo; en menos de seis meses se sumaron a mi lista Zino Francescatti, Yehudi Menuhin, Ricardo Odnoposoff, Christian Ferras, Ivry Gitlis y Jascha Heifetz. Fracasé parcialmente con Leonid Kogan y con los dos Oistrakh, pues me demostraron que sólo estaban en condiciones de pagar en rublos, pero por las dudas quedamos en que me depositarían las cuotas en Moscú y me enviarían los debidos comprobantes. No pierdo la esperanza, si los negocios me lo permiten, de afincarme por un tiempo en la Unión Soviética y apreciar las bellezas de su música.

Como es natural, teniendo en cuenta que el número de violinistas famosos es muy limitado, hice algunos experimentos colaterales. El violoncelo respondió de inmediato al recuerdo de mi tía, pero el piano, el arpa y la guitarra se mostraron indiferentes. Tuve que dedicarme exclusivamente a los arcos, y empecé mi nuevo sector de clientes con Gregor Piatigorsky, Gaspar Cassadó y Pierre Michelin. Después de ajustar mi trato con Pierre Fournier, hice un viaje de descanso al festival de Prades donde tuve una conversación muy poco agradable con Pablo Casals. Siempre he respetado la vejez, pero me pareció penoso que el venerable maestro catalán insistiera en una rebaja del veinte por ciento o, en el peor de los casos, del quince. Le acordé un diez por ciento a cambio de su palabra de honor de que no mencionaría la rebaja a ningún colega, pero fui mal recompensado porque el maestro empezó por no dar conciertos durante seis meses, y como era previsible no pagó ni un centavo. Tuve que tomar otro avión, ir a otro festival. El maestro pagó. Esas cosas me disgustaban mucho.

En realidad yo debería consagrarme ya al descanso puesto que mi cuenta de banco crece a razón de 17.900 dólares mensuales, pero la mala fe de mis clientes es infinita. Tan pronto se han alejado a más de dos mil kilómetros de París, donde saben que tengo mi centro de operaciones, dejan de enviarme la suma convenida. Para gentes que ganan tanto dinero hay que convenir en que es vergonzoso, pero nunca he perdido tiempo en recriminaciones de orden moral. Los Boeing se han hecho para otra cosa, y tengo buen cuidado de refrescar personalmente la memoria de los refractarios. Estoy seguro de que Heifetz, por ejemplo, ha de tener muy presente cierta noche en el teatro de Tel Aviv, y que Francescatti no se consuela del final de su último concierto en Buenos Aires. Por su parte, sé que hacen todo lo posible por liberarse de sus obligaciones, y nunca me he reído tanto como al enterarme del consejo de guerra que celebraron el año pasado en Los Ángeles, so pretexto de la descabellada invitación de una heredera californiana atacada de melomanía megalómana. Los resultados fueron irrisorios pero inmediatos: la policía me interrogó en París sin mayor convicción. Reconocí mi calidad de aficionado, mi predilección por los instrumentos de arco, y la admiración hacia los grandes virtuosos que me mueve a recorrer el mundo para asistir a sus conciertos. Acabaron por dejarme tranquilo, aconsejándome en bien de mi salud que cambiara de diversiones; prometí hacerlo, y días después envié una nueva carta a mis clientes felicitándolos por su astucia y aconsejándoles el pago puntual de sus obligaciones. Ya por ese entonces había comprado una casa de campo en Andorra, y cuando un agente desconocido hizo volar mi departamento de París con una carga de plástico, lo celebré asistiendo a un brillante concierto de Isaac Stern en Bruselas -malogrado ligeramente hacia el final- y enviándole unas pocas líneas a la mañana siguiente. Como era previsible, Stern hizo circular mi carta entre el resto de la clientela, y me es grato reconocer que en el curso del último año casi todos ellos han cumplido como caballeros, incluso en lo que se refiere a la indemnización que exigí por daños de guerra.

A pesar de las molestias que me ocasionan los recalcitrantes, debo admitir que soy feliz; incluso su rebeldía ocasional me permite ir conociendo el mundo, y siempre le estaré agradecido a Menuhin por un atardecer maravilloso en la bahía de Sydney. Creo que hasta mis fracasos me han ayudado a ser dichoso, pues si hubiera podido sumar entre mis clientes a los pianistas, que son legión, ya no habría tenido un minuto de descanso. Pero he dicho que fracasé con ellos y también con los directores de orquesta. Hace unas semanas, en mi finca de Andorra, me entretuve en hacer una serie de experimentos con el recuerdo de mi tía, y confirmé que su poder sólo se ejerce en aquellas cosas que guardan alguna analogía -por absurda que parezca- con los violines. Si pienso en mi tía mientras estoy mirando volar a una golondrina, es fatal que ésta gire en redondo, pierda por un instante el rumbo, y lo recobre después de un esfuerzo. También pensé en mi tía mientras un artista trazaba rápidamente un croquis en la plaza del pueblo, con líricos vaivenes de la mano. La carbonilla se le hizo polvo entre los dedos, y me costó disimular la risa ante su cara estupefacta. Pero más allá de esas secretas afinidades. En fin, es así. Y nada que hacer con los pianos.

Ventajas del narcisismo: acaban de anunciar que llegaremos dentro de un cuarto de hora, y al final resulta que lo he pasado muy bien escribiendo estas páginas que destruiré como siempre antes del aterrizaje. Lamento tener que mostrarme tan severo con Milstein, que es un artista admirable, pero esta vez se requiere un escarmiento que siembre el espanto entre la clientela. Siempre sospeché que Milstein me creía un estafador, y que mi poder no era para él otra cosa que el efímero resultado de la sugestión. Me consta que ha tratado de convencer a Grumiaux y a otros de que se rebelen abiertamente. En el fondo proceden como niños, y hay que tratarlos de la misma manera, pero esta vez la corrección será ejemplar. Estoy dispuesto a estropearle el concierto a Milstein desde el comienzo; los otros se enterarán con la mezcla de alegría y de horror propia de su gremio, y pondrán el violín en remojo por así decirlo.

Ya estamos llegando, el avión inicia su descenso. Desde la cabina de comando debe ser impresionante ver cómo la tierra parece enderezarse amenazadoramente Me imagino que a pesar de su experiencia, el piloto debe estar un poco crispado, con las manos aferradas al timón. Sí, era un sombrero rosa con volados, a mi tía le quedaba tan
Julio Cortázar
(circa 1955)

jueves, 13 de enero de 2011

Los Dioses tienen problemas de comunicación

Es posible que lo que escribiré a continuación sea demasiado baladí, pero es el resultado de mis contemplaciones post-Guadalupe-Reyes.

Resulta que estos días me entretuve viendo unos cuantos episodios de la serie japonesa Saint Seiya, concluí que los Dioses tienen serios problemas. ¿Dónde comenzó este asunto?, recordé uno de los poemas épicos que se atribuyen al griego Homero (La Iliada), en dicho texto es posible apreciar que los Dioses tienen los peores defectos del ser humano, así como una enorme afición por la guerra, sus problemas, y los conflictos que van surgiendo entre ellos a partir del problema inicial, los solucionan enfrentando a los humanos, qué valientes.

No sólo ocurre en la Iliada y la Odisea, si ponemos en práctica un pequeño análisis de los relatos mitológicos que hemos escuchado o leído veremos que siempre es igual, pueden preguntárselo a Orión.

Me encantan los Caballeros del Zodiaco, sin embargo debo admitir que en esta serie se lleva a cabo mi hipótesis a niveles estratosféricos. Veámos, los defensores de Athena son humanos, que eventualmente tienen que luchar contra los generales de Poseidón (curiosamente también son humanos), los espectros de Hades (otra feliz coincidencia) y los Ángeles de Artemisa (¿Ícaro era hermano de Marín o vivo en el engaño?). Irónicamente, los tres últimos pretenden desaparecer a la humanidad ayudados por sus compinches (¡humanos!), válgame si se tiene que estar loco para ayudar tu jefe a destruir a tus congéneres, en fin; mientras esos tres pretenden deshacerse de nosotros, Athena defiende la tierra encarnizadamente y sufre en lo profundo de su corazón cuando se muere uno de sus caballeros, y entonces por qué no termina con el círculo de violencia y establece el diálogo. Si lo hace: ella va a visitar a Poseidón y termina encerrada en un soporte que la va a ahogar; le entrega la tierra a su hermana y luego sacrifica su sangre; y bueno, con Hades no lo intenta demasiado. Estuve pensándolo (Qué bien uso mi tiempo), los Dioses no son más que una linda ilustración de lo peor de los humanos: la envidia, la codicia, el orgullo, etc, etc, ellos muestran a todas luces la incapacidad de solucionar sus conflictos de manera diplomática, igual que el ser humano que también gasta su tiempo moviendo ejércitos y construyendo armas.

Es muy interesante abordar esta visión de las cosas, porque entre nosotros no existen Dioses que defender, pero los partidarios de la Guerra siempre ponen sus intereses económicos y el poder en un altar que buscan mantener intacto a costillas de los más débiles. En las guerras de humanos quienes se ponen sobre los humanos son ellos mismos, ahogados de sentimientos nacionalistas y de superioridad, destruyendo todo lo que nos rodea matándonos y matándose a ellos mismos. Si los seres humanos tuvieramos (como los Dioses antes ilustrados) seres inferiores que comandar de acuerdo a nuestros intereses, con qué crueldad lo haríamos, tomando en cuenta que entre nosotros mismos no existe piedad ni empatía.

Los problemas del mundo no son cosa de un Dios o un pueblo elegido, son simplemente problemas de comunicación entre nosotros que nos impiden convivir en armonía y vivir en bienestar de los demás.

martes, 4 de enero de 2011

A quién le gustó que el pasaje elevara su precio?

Confiada en la inmortalidad del cangrejo y cansada de poner el grito en el cielo me he dispuesto a escribir la primera entrada de la nueva década.

Iniciamos el 2011 con novedades,  felicitaciones de funcionarios públicos en Twitter, el discurso de la paz más choteado y un montón de buenos deseos e intenciones. En la bella ciudad de Puebla además iniciamos con un aumento de 20% en el costo del transporte público. Desde el día sábado primero de enero entró en vigor la nueva tarifa; las quejas no se hicieron esperar, asociaciones civiles, grupos estudiantiles y uno que otro sindicato han manifestado su disgusto, enviado peticiones al gobierno municipal y planeado una manifestación para este viernes. Como si algo se pudiera hacer vía Internet ya me llegaron invitaciones de grupos y eventos en Facebook y dos simpáticas cadenas que dicen lo mismo pero llevan firmas diferentes.

Me preguntaron que si no me molestó que subiera el pasaje, por supuesto que no me gustó. Qué puedo decir al respecto, ya habíamos pasado por este drama hace casi tres años cuando de cuatro pasó a cinco pesos, cómo olvidar la enorme manifestación que partió de Ciudad Universitaria y pasó por las escuelas de BUAP, el zócalo y el Carolino antes de llegar a Casa Aguayo. Recuerdo que a los de la Benito les cerraron la reja para que no salieron y el director de mi escuela se paró en la entrada como si fuera suficiente para que los deseosos de ir a la marcha retrocedieran. Fue una manifestación inmensa, el noticiero dijo otra cosa pero las personas que querían llegar a la firma de autógrafos de Belanova en San Francisco afirmarán lo contrario, porque para muchas fue difícil llegar por el  boulevard 5 de mayo. En ese entonces, yo poseía la plena certeza de que la causa tenía futuro, los estudiantes estaban muy bien organizados y otros grupos apoyaban el movimiento, así que participé (aunque eso me acarreó un montón de comentarios burlones de compañeros y amigos ). Las cosas no se terminaron con una marcha, las autoridades no cedieron así que días después se bloqueó el boulevard y otras avenidas importantes de la ciudad, sólo que esta ocasión hubo menor asistencia y apoyo, la razón: las personas comenzaron a aceptar el aumento y agacharon la cabeza (como siempre pasa en este país). 
Así fue como el pasaje se quedó en cinco pesos con el compromiso de los concesionarios de renovar unidades y brindar un buen servicio. Pasaron semanas, meses, un año... Y el servicio seguía siendo igual de malo:camiones destartalados emitiendo smog, con asientos hundidos o rotos (algunos) y choferes manejando como cafres. Ahora me vienen con que le suben nuevamente al pasaje, cuéntenme,  ¿qué pasó con las mejoras? Antes de hacer elevar el precio debieron respetar lo que dijeron que harían.
Me enoja que estén haciendo esto, una de las tantas disculpas es que será en beneficio de los choferes, que me digan de cuántos choferes estamos hablando, porque quien gana es el concesionario, de hecho cuando pasó el aumento anterior muchos choferes estaban en desacuerdo porque ellos salían perdiendo si las personas optaban por usar menos el servicio, pero no se quejaron porque los corrían (Es lo único comprensible).
Pregunto: ¿A quién le gustó que elevaran el precio del transporte? Lo hago porque sé que son muchas personas, pero también porque sé que igual que hace casi tres años habrán movilizaciones y manifestaciones al principio, al mismo tiempo que otras personas con gran indiferencia no harán nada, pero que al final tanto unos como otros se acostumbrarán y se doblarán. Si lo pregunto es porque me gustaría pensar que habrá unidad y que nadie se va a cansar, porque sólo así dejarán de tomarnos el pelo y trasquilarnos como ovejas.
Saludos y feliz año!