lunes, 2 de febrero de 2009

Nocturno a Rosario

Siempre consideré este poema sumamente cursi, de hecho no me gustaba ni un poquito. No lo había leído desde la secundaria, hasta hoy, tres años después lo vuelvo a leer, quizás por un afortunado accidente o una simple trampa del destino en que no creo.

Lo leí y algo me caló hasta los huesos, no es que sufra por causa de los desdenes del amor, lo cierto es que la poesía me llega e invade así sea solo una Oda al mango o alguna otra fruta, es capaz de hacerme sentir y hacerme sufrir, como este poema sin duda de Manuel Acuña eternamente enamorado de Rosario de la Peña.

En mi opinión es una composición sumamente hermosa, demuestra la belleza de un amor profundo y no correspondido, y lo hace de manera aterradora con las palabras exactas que quizás no pensaríamos en utilizar para expresar algo así pero que encajan como piezas de rompecabezas, y conjugadas de esa manera tan sutil y natural que ocupa Manuel Acuña hacen una poesía capaz de conmover e infundir en quien la lee una nostalgia profunda y envidiable.

Y aquí está el tan prometido, o al menos un fragmento, la verdad no sabía si publicarlo, después de todo no sería raro que ya todos lo hayamos leído.



"Pues bien, yo necesito
decirte que te adoro,
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto,
y al grito que te imploro
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.
De noche cuando pongo
mis sienes en la almohada,
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho
y al fin de la jornada
las formas de mi madre
se pierden en la nada,
y tú de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.
Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos;
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás;
y te amo, y en mis locos
y ardientes desvaríos
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más.
A veces pienso en darte
mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos
y huir de esta pasión;
mas si es en vano todo
y mi alma no te olvida,
¡qué quieres tú que yo haga
pedazo de mi vida;
qué quieres tú que yo haga
con este corazón!"

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